Varias compañías han anunciado recientemente su incursión en las series de Televisión, entre ellas Televisa y Televisión Azteca, en México, intentando romper la monotonía de programar telenovelas durante varias horas al día.
Las series las identificamos más con la Televisión de los Estados Unidos. España ha sido un gran productor de series de todos los géneros, en ocasiones con una excelente calidad cinematográfica llevada a la pantalla chica.
Los brasileños llevan años produciendo series y han educado a su público para entender y seguir tanto las historias de las telenovelas como las de series.
La lectura de ambos géneros de Televisión suele ser distinta y si los televidentes no tienen el entrenamiento para enfrentarse al argumento de una serie, por mejor que sea la historia, pueden cambiar de canal ante la impaciencia.
Con las telenovelas ocurre una asociación de ideas en cadena que permite al espectador involucrarse con la vida cotidiana de los personajes, convivir con ellos, crecer y triunfar con los protagonistas, a la vez que vengarse de los villanos y solucionar aquellos temas de la vida real a través de la historia que ve por Televisión.
Esa asociación de la telenovela no ocurre necesariamente en la serie, donde la convivencia sufre sobre saltos inesperados, y los capítulos pueden ser historias independientes que reconocemos porque atraviesan la misma sicología de los personajes, pero a veces con sorpresas que el hábito o la forma de ver Televisión no siempre acepta.
Es alto el riesgo de torcer el timón desde las telenovelas hacia las series con un público latinoamericano melodramático que tiene hambre de llorar y sufrir con las frustraciones de las telenovelas y de triunfar con la sencillez que sólo ese género logra.
La serie trasmite otro tipo de emociones, y el televidente habituado a las telenovelas no parece estar siempre listo para dar el salto y renunciar a los interminables capítulos de las telenovelas.
¿Pero qué hacer si las historias de las telenovelas prácticamente son semejantes hace cincuenta años y sólo las series podrían refrescar la programación dramática?
Las compañías de Televisión que han decidido correr el riesgo han visto un gran potencial ante la ausencia del género y un buen mercado internacional entre quienes compran estos productos terminados.
La decisión tiene una enorme responsabilidad porque es un riesgo en niveles de audiencia y de gastos de producción y tiempos de grabaciones diferentes, generalmente más altos que las telenovelas, antes de que pueda convertirse en algo normal en la industria.
Donde hay que cuidar a las series latinas que están apareciendo es en la fórmula de entretenimiento. Lo entretenido es entretenido en cualquier género, sea terror o comedia, y percibo en algunas recientes series una especie de perfil intelectual que a veces aparenta más estar trabajando para festivales internacionales que para entretener el público.
Encuentro también errores elementales en el lenguaje, porque involucran planos y ángulos cinematográficos que la Televisión no admite por el tamaño de su pantalla y por la actitud del televidente que no está vestido en una sala de cine, sino echado en algún lugar de su casa, con todas las interrupciones de la atención que conlleva ver Televisión.
Hay que hacer series de Televisión, pero desde la Televisión, para la Televisión y con un lenguaje televisivo donde lo intelectual no se imponga a lo entretenido, porque eso significaría retrasar más el proceso y la buena idea de crear series.
Los mejores ejemplos de series para todos los públicos y realmente entretenidas los podemos encontrar en Estados Unidos y Brasil, con un ritmo dramático similar al gusto latino, porque la forma de hacerse en España está más alejado de nuestra cultura, a pesar de ser un país con una producción de alta calidad.
Es un riesgo necesario el cambio de género. No se logrará imponer en un futuro cercano porque se requiere ir creando un público que aprenda a vivir las emociones de las series sin depender de los hábitos de las telenovelas.
Las telenovelas no están condenadas a morir, al menos en América Latina, porque se parecen más a la sicología social de nuestra vida diaria que cualquier otro género, pero sí es una buena propuesta ir sustituyendo algunos horarios de telenovelas por series, aunque sea por disolvencia.
No es serio decir que las series son la nueva Televisión. Eso es ignorar que este género tiene muchos años de creado, aunque en países como México, Venezuela y toda Centro América se verán como algo distinto.
El gasto enorme de producirlas es hoy una inversión a largo plazo que busca abrir espacios a otros géneros ausentes de la programación de algunos canales.
La omisión de un género es como una falta de ortografía en la Televisión y una buena oportunidad para hacer algo distinto… aunque nuestras vidas sigan pareciéndose más a una telenovela.
Por Alexis Núñez Oliva
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