Durante una junta -reunión- con el equipo de producción de un programa, después de dar instrucciones sobre varios pendientes, pregunté:
-¿Alguien tiene alguna duda? – el silencio me hizo suponer que todo había sido comprendido.
Cuando varios se reincorporaban a sus puestos, se me acercó un asistente de producción de los más eficientes y me preguntó:
– Señor… tengo algunas dudas… pero tengo miedo de tener dudas.
Nunca pensé que estuviera bromeando. Conocía de la seriedad y entrega de esta persona que había demostrado ser útil en varias ocasiones durante más de un año de trabajo. Sabía que realmente tenía la duda de qué era tener dudas. Tuvimos una larga conversación que me descubrió la esencia de la pregunta: ante el miedo a perder el trabajo, muchas personas prefieren apostar y equivocarse, que preguntar para no cometer errores. Decirle al jefe que se tiene duda sobre algo -según este tipo de razonamiento- significa que no conocemos algo que el jefe cree que sí sabemos. La duda -desde ese punto de vista- viene a mostrar una debilidad que podría dar por terminado un contrato laboral.
Pero no es casual que esta forma de pensar se manifieste. A lo largo del camino más personas me han hecho preguntas similares, permitiéndome entender que hay dos causas posibles: poca comunicación del jefe con los subordinados y un problema de formación cultural que llevó a considerar la duda como una desventaja ante los demás, sin haber aprendido que la dudopatía es una oportunidad de superación excepcional. En un equipo de personas donde se compite por hacer bien el trabajo todo puede ocurrir: desde la búsqueda de soluciones en solitario hasta ocultar faltas con las graves consecuencias posteriores.
Cuando escuché por primera vez tengo algunas dudas… pero tengo miedo de tener dudas comprendí que más allá de si el individuo tuvo una educación deficiente, tengo la responsabilidad no sólo de ser más abierto a los planteamientos de otros, sino que debo pensar en aquello que no se dice para explicarles desde distintos ángulos que una duda siempre será premiada con el conocimiento que se adquiere y con el resultado de su aplicación posterior. No es suficiente.
Las personas con dudas en el trabajo a veces no las exponen porque tienen también el temor a no poder realizar la solución de manera precisa. Llegan a preferir los eternos llamados de atención y permanecer, que el intento por hacerlo mejor y que no les salga bien. Quien más pregunta, más respuestas encontrará para todo. El conocimiento surge de la duda. Callar las dudas es cerrar las puertas al valor que poseemos para cumplir los objetivos más rápidamente y crecer como profesional. Después de resolver cada duda, somos más fuertes. La debilidad está en permanecer con dudas y tratar de obtener respuestas disparando como un pistolero sin entrenamiento. Entiendo que desde ciertas posiciones sociales y laborales algunos piensan que preguntar es un riesgo, pero la vida ha demostrado que el riesgo es mayor en la medida que intentamos hacer lo que no sabemos como si supiéramos, en lugar de preguntar para conocer.
Los jefes, el medio laboral y la sociedad deben abrir espacios para aclarar dudas y también para promover la idea de que dudar es una auténtica oportunidad para adquirir conocimiento.
Hasta ese día yo me consideraba un productor abierto y que enseñaba a todos lo que sabía de Televisión. Supe -con la duda sobre las dudas del asistente de producción- que no es suficiente enseñar. Hay que destapar a quienes, a pesar del talento personal, no saben preguntar lo que quieren conocer, aunque desean profundamente adquirir el conocimiento. Todas las dudas son válidas y deben expresarse. Sólo el temor a quiénes somos justifica el silencio ante nuestras dudas. Desde entonces entendí que no sirve de mucho preguntar si alguien tiene dudas. Algunos podrían incluso no saber que su desconocimiento y la falta de cumplimiento en los objetivos es el resultado de muchas dudas calladas.
En un equipo de producción de Televisión expresar las dudas y aclararlas a tiempo puede evitar que la vergüenza de los errores se comparta con millones de televidentes que terminarán con la duda de por qué ocurrió ese error.
Por Alexis Núñez Oliva, Productor Ejecutivo
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