El ojo del televidente no alcanza a ver más que un cuadro del tamaño de la pantalla de su Televisión y en ese cuadro no le queda más opción que ver lo que decide el director de cámaras. Aunque los productores en las cabinas de Televisión suelen gritar y hasta pelear para que al aire se vea la imagen que consideran más importante, al final los directores son los verdaderos responsables de qué se ve… y lo más complejo: qué no se verá. En un programa de Televisión en vivo o en una telenovela determinar qué y cómo ver es parte del lenguaje televisivo, pero en un espacio que se transmite en directo no habrá oportunidad de editar ni de mejorar el ritmo, mucho menos de mostrar algo grabado por otras cámaras.
Los programas en vivo tienen ese alcance especial para llegar al televidente, porque se ha demostrado que el cerebro es capaz de percibir, subliminalmente, cuándo es grabado y cuándo están ocurriendo los acontecimientos en el momento que los ve. Esa magia especial de la Televisión en vivo, que hace muchos años también aprovechaban las telenovelas cuando no se grababan, puede ser muy efectiva en la audiencia, o puede ser sencillamente un desastre. Una buena parte de ese resultado está en manos del director de cámaras. Y yo soy un apasionado de los programas en vivo.
¿Cómo Se Forma Un Director De Cámaras?
Al menos en América Latina no se forman porque no se estudia para ser director de cámaras. Es un oficio de la práctica, y generalmente salen desde otras plazas, como switcher -denominación del operador que selecciona cámaras a la orden del director- coordinadores de producción o cualquier otro puesto que por lo general suele estar en la cabina y se considera, erróneamente, apto por la cercanía que siempre ha tenido con otros directores de cámaras.
La deformación del director de cámaras ocurre precisamente por la falta de estudios, de conocimientos sobre el lenguaje de Televisión, que va mucho más allá de qué es un dolly y un zoom in, aunque algunos directores crean que saben dirigir porque creen conocer los movimientos de cámaras. Cuando converso con los directores que voy conociendo, encuentro en ellos una ausencia alarmante del sentido dramático de un plano o un desplazamiento, y sobre todo, una ignorancia lamentable alrededor de las emociones según el género de programa que se trasmite.
La responsabilidad sobre la falta de conocimientos de muchos directores de cámaras recae, en primer lugar, sobre ellos mismos, que se sienten ajenos a la superación, a la investigación, al conocimiento y a su propia obligación de ver Televisión, de todos los países, de todos los géneros y de cualquier idioma.
También somos responsables los productores, porque no dedicamos tiempo a instruirlos, a exigirles, partiendo de la explicación técnica y profesional, y sólo sabemos quejarnos de lo mal que trabaja determinado director de cámaras y tenemos apenas contacto con ellos durante la transmisión del espacio. Finalmente son responsables las compañías de Televisión, poseedoras de los recursos de capacitación, por no establecer un plan de superación y evaluación permanente del trabajo del director de cámaras y de otros puestos de producción medulares para conseguir el triunfo.
El director de cámaras, junto al guionista o escritor y al productor, constituye parte de las tres primeras piezas fundamentales del inicio de un buen proyecto de Televisión, para que concluya con éxito la idea, y se vea realmente al aire lo que se planeó desde el comienzo. Además de que los directores de cámaras deben ser mejor pagados en algunos países, ellos están en la obligación de ofrecer buenos espectáculos visuales, incorporándose como directores en el diseño de iluminación, la música y los gráficos de cada programa, porque es quien al final decide todo lo que podemos ver por Televisión.
La dirección de cámaras en Televisión es un arte. No es un puesto técnico. Es el pintor del cuadro que decide cómo será la composición de la obra. Toma decisiones inmediatas y aplica su sentido común y experiencia para que podamos ver lo imprescindible y no veamos lo innecesario.
En los años que llevo en este oficio de productor he conocido muy pocos directores de cámaras con un sentido real de la comunicación televisiva y una sensibilidad especial para desplazar sus cámaras y dar órdenes a sus camarógrafos, porque otra de las deficiencias comunes está en la forma de hablar. Un buen director de cámaras usa pocas palabras, es preciso y obtiene rápidamente los resultados. Sabe pedir lo que sus cámaras deben siempre tener en el momento exacto.
Cuando un director de cámaras no está capacitado ni tiene una formación profesional, se convierte, sin saberlo, en el último censor de la Televisión, dándole a su ignorancia estatus de verdugo, y quitándonos a todos la posibilidad de divertirnos mientras vemos la televisión.
Por Alexis Núñez Oliva
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