He leído una y otra vez los debates de temporada sobre la influencia de los dispositivos electrónicos y las redes sociales en la conducta humana.
Falta mucho por estudiar y descubrir, pero la invasión a las casas no vino desde los contenidos de la pantalla que todos compartían, sino desde las individuales ventanas que hoy cada miembro de la familia dispone sin que los demás pueda saber qué está viendo.
Después de tantos años de guerra contra la Televisión, los expertos tiene ante sí el enigma de quién será ahora el responsable de las conductas humanas. Casi todo lo que conocemos, desde las modas hasta la violencia humana, pasando por las bellezas naturales y la existencia de otras costumbres, lo descubrimos a través de la Televisión.
También sabemos que terribles actos criminales tuvieron su origen en crímenes vistos por Televisión y que este medio produce lecturas miméticas de manera inconsciente.
Pero este cambio de actitud del usuario -antes todos éramos sólo televidentes- lo ha llevado a consumir contenidos en la soledad de zona, sin debatir ni escuchar lo que otros opinan sobre lo que está observando. Tal parece que los ojos de cada persona se han convertido en una televisión sin límites a través de la que puede llegar absolutamente a cualquier lugar. Así como no leemos todas las novelas que se publican, ni compramos todos los diarios, ni bebemos todas las bebidas, ni saludamos a todos los vecinos, hay que aprender qué debemos consumir del amplio menú que nos ofrecen todos los medios electrónicos.
Mientras aprendemos y enseñamos a seleccionar los contenidos menos perjudiciales para la salud, considero que hoy la Televisión es el medio más seguro, porque sus programas -series, telenovelas, deportes, noticias, entretenimiento- siguen regulados por la Ley y permiten verlo en familia, evitando ese aislamiento que tan pésimas consecuencias nos ha demostrado.
Por Alexis Núñez Oliva
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